La entrada de sobre El Orgullo de los Yankees, comentaba Juli Gan lo extraño que le resultaba ver a un Gary Cooper ya en los cuarenta, haciendo de estudiante, y eso me ha dado pie para esta entrada, así que gracias por la idea.
No descubro nada si digo que muchos actores, especialmente grandes estrellas, han interpretado papeles cuya edad superaban de largo. De hecho ya se ha convertido en un cliché que en las películas o series que transcurren en un instituto, los alumnos son actores que pasan de los veinte, a veces sobradamente.
Creo que podemos afirmar que es ya un chiste recurrente recordar los treinta años que tenía Olivia Newton-John cuando encarnó a una inocente estudiante en Grease, aunque eran pocos si se tiene en cuenta los treinta y cuatro (sí, 34) de Stockard Channing en aquella época, sin que a nadie le chocara demasiado su famosa Rizzo.
Aunque francamente creo que si algo se puede decir de Grease es que es una película que no se toma muy en serio a sí misma, algo que me parece que la beneficia en mucho, y que poco o nada pretendía resultar verosímil.
Como nota curiosa, el tema de estudiantes interpretados por actores que ya no pasan ni por repetidores, no es nuevo ni mucho menos, y un caso que recuerdo con especial cariño es el drama médico de los cincuenta "No serás un extraño", además de por ser una película de lo más curiosa, porque aparecen como estudiantes de medicina Robert Mitchum, más cerca de cumplir los cuarenta que los treinta y Frank Sinatra que tenía dos años más.
Vamos, que cumplió los cuarenta acabando Medicina. Y es que ya se sabe que Medicina es una carrera difícil. Sobre todo si eres Frank Sinatra.
Lo bueno es que la época en la que se rodó nos ahorra la penosa imagen de ambos vestidos de jovencitos ya que al parecer en aquella década aún era normal que los estudiantes llevaran traje y corbata, con lo cual aún parecen menos estudiantes, aunque por lo menos conservan la dignidad. Algo por otra parte fácil, si eres Robert Mitchum.
Aquí les tenemos junto a nada menos que ¡Lee Marvin! preocupados por quién les va a pasar los apuntes, foto cortesía de este interesante blog, cuya entrada al respecto os recomiendo.
Pero no me voy a fijar en esos casos tan numerosos en que la edad del actor resulta un problema, sino en los que curiosamente pasa desapercibida dicha diferencia.
Primer y llamativo ejemplo, El hombre que mató a Liberty Balance, James Stewart tenía la friolera de 54 años cuando interpretó al recién licenciado que llega al Oeste. Claro que es fácil olvidarse de la edad de nadie, cuando estás viendo una obra maestra interpretada por tan gran actor ¿Verdad?
Lo curioso es que es casi imposible olvidarse de la horrible caracterización de "anciano" del mismo personaje al principio de la película. Y eso que su edad se acercaba más a la del maduro senador que a la del joven idealista del flashback. Como se puede ver en esta fotografía.
La relación de la edad entre dos actores también puede ser un problema, o no serlo en absoluto, a pesar de lo inadecuada. A mí por lo menos jamás me han llamado la atención Cary Grant y Jessie Royce Landis cuando interpretaron a un hijo y su madre en "Con la muerte en los talones", siendo ella tan solo ocho años mayor que su hijo de la ficción.
Que ella tuviera sesenta y tres años no sorprende mucho, pero es que Grant, que andaba por los cincuenta y cinco podía pasar por alguien de "cuarenta y pocos" sin ningún problema.
Pero es que Cary Grant... era mucho Cary Grant.
Esos mismos ocho años son la misma diferencia de edad que tenían Marisol y su primera (y casi única) madre de ficción María Mahor.
Pepa Flores tenía doce años aunque aparentaba bastantes menos y la pobre María Mahor era una jovencita de apenas veinte años (demasiado joven para el reparto de Grease), pero peinada y vestida con ese look de pelo abultado (o moño bajo) y falda de mezclilla con la que se castigaba a las pobres españolas de finales de los cincuenta, podía aparentar unos cuántos más.
Para rizar el rizo, la segunda (y penúltima) madre cinematográfica de Marisol fue la inefable Isabel Garcés en "Rumbo a Río", que algo difícilmente hubiera podido ser madre a los cuarenta y seis años de la estrella infantil, aunque no tanto de María Mahor, a la que sacaba treinta y ocho años.
Y es que Marisol no tenía suerte con sus padres de ficción, nunca le vivieron los dos, o bien era huérfana absoluta, o había perdido a su padre o madre. En todo caso, a los dos no se los dejaron vivos ni en un solo título de su época infantil, que yo recuerde, y que recuerden en esta web, de donde por cierto he sacado la foto de la primera película de la malagueña.
Claro que menos suerte tuvieron ambas "madres", ya que la Mahor tuvo que soport... digo colaboró con Joselito ese mismo año 1960 (no empezó bien la década) y la pobre Isabel Garcés sufrió en sus carnes los gorgoritos de casi todos los niños cantores de este país: además de coincidir con Marisol varias veces, también tuvo la fortuna de compartir plató con Pili y Mili y de paso, con la más crecidita Rocío Durcal.
Aunque es posible que ningún niño cantor pudiera asustarla después de ver el increíble logro de cantar (o así) sin mover ni un solo músculo de la cara de Sara Montiel en "Mi último tango", no confundir con "El último tango en París", aunque sí se puede confundir con "El último cuplé", porque básicamente era una copia descarada únicamente pensada para explotar el sorprendente éxito de la Montiel intentando pasar por cantante, algo infinitamente más increíble que una niña de ocho años pueda tener un hijo.
Pero así es la magia del cine.
Nota: He calculado las edades atendiendo a los datos de IMDB
Nota 2: Me ha gustado el tema, volveré a atacar!
No descubro nada si digo que muchos actores, especialmente grandes estrellas, han interpretado papeles cuya edad superaban de largo. De hecho ya se ha convertido en un cliché que en las películas o series que transcurren en un instituto, los alumnos son actores que pasan de los veinte, a veces sobradamente.
Creo que podemos afirmar que es ya un chiste recurrente recordar los treinta años que tenía Olivia Newton-John cuando encarnó a una inocente estudiante en Grease, aunque eran pocos si se tiene en cuenta los treinta y cuatro (sí, 34) de Stockard Channing en aquella época, sin que a nadie le chocara demasiado su famosa Rizzo.
Aunque francamente creo que si algo se puede decir de Grease es que es una película que no se toma muy en serio a sí misma, algo que me parece que la beneficia en mucho, y que poco o nada pretendía resultar verosímil.
Como nota curiosa, el tema de estudiantes interpretados por actores que ya no pasan ni por repetidores, no es nuevo ni mucho menos, y un caso que recuerdo con especial cariño es el drama médico de los cincuenta "No serás un extraño", además de por ser una película de lo más curiosa, porque aparecen como estudiantes de medicina Robert Mitchum, más cerca de cumplir los cuarenta que los treinta y Frank Sinatra que tenía dos años más.
Vamos, que cumplió los cuarenta acabando Medicina. Y es que ya se sabe que Medicina es una carrera difícil. Sobre todo si eres Frank Sinatra.
Lo bueno es que la época en la que se rodó nos ahorra la penosa imagen de ambos vestidos de jovencitos ya que al parecer en aquella década aún era normal que los estudiantes llevaran traje y corbata, con lo cual aún parecen menos estudiantes, aunque por lo menos conservan la dignidad. Algo por otra parte fácil, si eres Robert Mitchum.
Aquí les tenemos junto a nada menos que ¡Lee Marvin! preocupados por quién les va a pasar los apuntes, foto cortesía de este interesante blog, cuya entrada al respecto os recomiendo.
Pero no me voy a fijar en esos casos tan numerosos en que la edad del actor resulta un problema, sino en los que curiosamente pasa desapercibida dicha diferencia.
Primer y llamativo ejemplo, El hombre que mató a Liberty Balance, James Stewart tenía la friolera de 54 años cuando interpretó al recién licenciado que llega al Oeste. Claro que es fácil olvidarse de la edad de nadie, cuando estás viendo una obra maestra interpretada por tan gran actor ¿Verdad?
Lo curioso es que es casi imposible olvidarse de la horrible caracterización de "anciano" del mismo personaje al principio de la película. Y eso que su edad se acercaba más a la del maduro senador que a la del joven idealista del flashback. Como se puede ver en esta fotografía.
La relación de la edad entre dos actores también puede ser un problema, o no serlo en absoluto, a pesar de lo inadecuada. A mí por lo menos jamás me han llamado la atención Cary Grant y Jessie Royce Landis cuando interpretaron a un hijo y su madre en "Con la muerte en los talones", siendo ella tan solo ocho años mayor que su hijo de la ficción.
Que ella tuviera sesenta y tres años no sorprende mucho, pero es que Grant, que andaba por los cincuenta y cinco podía pasar por alguien de "cuarenta y pocos" sin ningún problema.
Pero es que Cary Grant... era mucho Cary Grant.
Esos mismos ocho años son la misma diferencia de edad que tenían Marisol y su primera (y casi única) madre de ficción María Mahor.
Pepa Flores tenía doce años aunque aparentaba bastantes menos y la pobre María Mahor era una jovencita de apenas veinte años (demasiado joven para el reparto de Grease), pero peinada y vestida con ese look de pelo abultado (o moño bajo) y falda de mezclilla con la que se castigaba a las pobres españolas de finales de los cincuenta, podía aparentar unos cuántos más.
Para rizar el rizo, la segunda (y penúltima) madre cinematográfica de Marisol fue la inefable Isabel Garcés en "Rumbo a Río", que algo difícilmente hubiera podido ser madre a los cuarenta y seis años de la estrella infantil, aunque no tanto de María Mahor, a la que sacaba treinta y ocho años.
Y es que Marisol no tenía suerte con sus padres de ficción, nunca le vivieron los dos, o bien era huérfana absoluta, o había perdido a su padre o madre. En todo caso, a los dos no se los dejaron vivos ni en un solo título de su época infantil, que yo recuerde, y que recuerden en esta web, de donde por cierto he sacado la foto de la primera película de la malagueña.
Claro que menos suerte tuvieron ambas "madres", ya que la Mahor tuvo que soport... digo colaboró con Joselito ese mismo año 1960 (no empezó bien la década) y la pobre Isabel Garcés sufrió en sus carnes los gorgoritos de casi todos los niños cantores de este país: además de coincidir con Marisol varias veces, también tuvo la fortuna de compartir plató con Pili y Mili y de paso, con la más crecidita Rocío Durcal.
Aunque es posible que ningún niño cantor pudiera asustarla después de ver el increíble logro de cantar (o así) sin mover ni un solo músculo de la cara de Sara Montiel en "Mi último tango", no confundir con "El último tango en París", aunque sí se puede confundir con "El último cuplé", porque básicamente era una copia descarada únicamente pensada para explotar el sorprendente éxito de la Montiel intentando pasar por cantante, algo infinitamente más increíble que una niña de ocho años pueda tener un hijo.
Pero así es la magia del cine.
Nota: He calculado las edades atendiendo a los datos de IMDB
Nota 2: Me ha gustado el tema, volveré a atacar!